martes, 21 de mayo de 2013

[Relato LibrosVeo] Barquitos de papel





1.

 La reconocí en un café del Boulevard Saint-Germain-des-Prés, su pelo castaño cayendo sin gravedad sobre sus hombros. O quizás era un café de una ciudad con mar y sol. Café a medio tomar, sus dedos pulidos por las cuerdas de una guitarra sujetaban un bolígrafo morado que emborronaba de notas un papel pautado.


La veo salir. Otea el cielo, gris, lluvioso, y abre su paraguas de granate intenso. El día es desapacible y la tela del paraguas soporta mal que bien los embates del viento. Parece la chica marinera en tierra manejando con esfuerzo las velas de su esquife ante la tempestad. Pronto se cansa del inútil esfuerzo y pliega el paraguas. Camina entonces encogida, las manos enterradas en los bolsillos de su largo abrigo. Su figura gris y menuda se confunde con los colores pálidos de los edificios beux-arts de París.

 
 O quizás la chica ha salido del café al sol mediterráneo. Pestañea acostumbrando sus ojos al sol que reina imperial en el cielo y su mirada se llena de luz. Hace calor, se desprende de su chaqueta de primavera descubriendo unos delicados hombros de piel tostada. Camina por las estrechas calles empedradas a las que asoman caserones que acumulan siglos en sus fachadas. La sigo a distancia, sin querer molestarla, una suave brisa se levanta meciendo su cabello. Arrastra el viento imperceptibles semillas de los naranjos apostados aquí y allá, batallando contra el asfalto, llenándolo todo de una sutil fragancia de flor de azahar.


2.

 Vuelvo a verla en el Pont Neuf. Estaba yo, mi gabán empapado, apoyado en uno de los balcones del puente. Pasó deprisa, hoy no era el día para contemplar como el Sena, en los días brillantes, juega a ser espejo con el sol. Melancólica, el rostro crispado por la tristeza.

 O quizás tomó un tranvía, en el que yo leía un periódico del día anterior, para encontrarse con un mar que siempre la estaba llamando con el sonido bello y cadencioso de las olas. Se acomodó en uno de los asientos junto a la ventana, apoyó su lindo hombro moreno en el cristal y se puso a observar distraídamente el paisaje, abstraída de la masa sudorosa y chillona que viajaba con ella. Tatareaba canciones alegres. El tranvía amarillo avanzaba, crujían las maderas, chirriaban las ruedas de metal.
  

3.

  La chica permanecía parada al final del puente Neuf, la ille ante ella. Las sobrias fantasías arquitectónicas del barón Hausman conviven aquí con logros tardomedievales. Las agujas góticas de Notre Dame no se ven, pero se intuyen. Decidió que sí quería saludar al Sena y bajó hasta sus aguas. Al borde de la hormigonada orilla, sacó su libretilla de papel pautado del amplio bolso y arrancó una de sus hojas de cartulina. Las gotas de lluvia la besaron y convirtieron la tinta negra en lágrimas, ella misma lloraba. Hizo un barquito con la cartulina, doblándola cuidadosamente y la posó sobre el agua. La suave corriente lo alejó de ella.

 O quizás, cerca de las dunas que guardaban un mar de azul eléctrico el tranvía se detuvo, abrió sus puertas y del transporte de madera y hierro salió ella. Se dirigió morosamente a la playa y se detuvo en la orilla, el mar permanecía manso y quieto, las débiles olas rompían con desgana  convirtiéndose en espuma. Desde lo alto de la duna donde estoy sentado la veo desvestirse, olvidado todo pudor, solo permanece sobre piel su verde ropa interior. Se adentra en el mar, sostiene en alto un barquito de papel que ha elaborado con una hoja de cartulina de su libretita de papel pautado. Bracea torpemente hasta que deja atrás las olas de la orilla y posa su navío de papel sobre el agua salada y lo hace a la mar. Lo ve alejarse, movido por el viento y queda ella flotando boca arriba en la inmensa y brillante masa azul. Cierra los ojos para protegerse del sol, el mundo queda reducido a un destello amarillo. Sonríe.

4.

 O puede que todo esto lo soñara y donde me encontré con la chica fue en un puesto de flores en la calle Corrientes, Buenos Aires, ella vendía claveles y gardenias. O quizás todo fuera una canción.


























No hay comentarios:

Publicar un comentario