lunes, 13 de mayo de 2013

Recuerdos de un balón





En esta entrada romperé la regla de no escribir nada personal. Dedicado a Mario Pinazo, ilustre jurista, traductor del idioma murciano y manchego, gran conocedor de la onomástica cristiana y filántropo.

1996. Aquél año se celebró la Eurocopa en Inglaterra. Mis compañeros de clase, niños de 12 años entonces, quizás llevados por el espíritu del evento deportivo o porque estábamos hartos de jugar con pelotas prestadas o hechas con papel de plata (logramos verdaderas obras de arte) decidimos comprarnos el balón oficial de la Eurocopa, un Adidas modelo Questra.

 Era un hermoso balón que nos llamó la atención desde que lo vimos, reluciente, en el escaparate de la tienda deportiva Xavó. Sus delicadas filigranas y suave color azul nos enamoró por su, digamos, elegancia. Nosotros, chicos de barrio obrero de enormes bloques de pisos iguales entre si y jardincitos que eran mas solares que parterres. Su precio, en torno a unos 5.000 Ptas. era prohibitivo, así que convinimos en adquirirlo en comandita, a partes iguales.

 Fue un largo mes de ahorrar pagas (y de suplicar a nuestros padres y madres que nos las aumentaran) y de dejar de frecuentar los recreativos y kioscos, pero acabamos juntado el dinero. Quedamos los conjurados en la plaza para ir todos juntos a por el balón -recuerdo que uno de nuestros socios era chica y lo recuerdo porque en aquél entonces eran raras las chicas futboleras, igual que las chicas con pelo corto - .Allí íbamos, ilusionados, con la cabeza alta, orgullosos, amigos y hermanos. En la tienda nos comportamos con una falsa profesionalidad, nos sentíamos algo importantes con toda esa fortuna encima, y, sobre todo, no queríamos que la dependienta nos tomara por unos criajos (cosa imposible, porque lo éramos). La empleada nos trajo el balón desde el escaparate y nosotros depositamos nuestras cerca de 5000 Ptas. en monedas encima del mostrador. La mujer que nos atendía nos dedico una sincera y tierna sonrisa y guardó el dinero en la caja registradora sin ni siquiera contarlo.

 Guardábamos el esférico en un armario de nuestra clase para ahorrarnos los líos de decidir quién se quedaba con su posesión y jugábamos a futbol con él durante los recreos en el campo de tierra, hoyos y alguna piedra. La alternativa no era mejor, un campo de hormigón y gravilla que desollaba nuestras pantorrillas y rodillas (lucí durante mucho tiempo una blanca cicatriz en mi rodilla izquierda). Nuestra chica futbolera solía jugar de defensa. Metía mucho el cuerpo y nosotros, por vergüenza, pudor o por un ridículo sentido de la caballerosidad, evitábamos el contacto, así que robaba muchos balones y detenía muchos ataques y contragolpes, por lo que su presencia era muy apreciada y era habitual que fuera elegida de las primeras a la hora de decidir la composición de los equipos en liza.

 Estar delante de la tele era un privilegio que nuestros padres y madres rara vez nos concedían, así que recreábamos los encuentros de la Eurocopa en nuestro patio, sirviéndonos del Marca que uno de nuestros compañeros le sustraía hábilmente a su padre. Así, en nuestro querido patatal se jugaron el Francia- Holanda, el España-Inglaterra, el Alemania- República Checa y tantos otros. Aprendimos más geografía con el Marca que en Conocimiento del Medio.

 Cuidábamos mucho aquél balón –incluso llegamos a lucirlo alguna vez,al principio- y evitábamos con coraje y ferocidad que los de octavo curso, esos chicos que venían al cole en Vespinos cochambrosas, petardeantes y trucadas y que fumaban en el patio, nos lo robaran. Pero la pelota estaba cosida para terrenos con césped, no para canchas de tierra y terrones con firme desigual y acabó pelándose, primero, y destrozándose después. Cumplió un buen servicio por cerca de año hasta que decidió despedirse ya convertido solo en una cámara de goma hinchada.

 Hoy pasé por la tienda de deportes Xavó. El cristal de su escaparate estaba ocupado casi en su totalidad por un enorme cartel de cartulina color roja en el que en letras negras se anunciaba “50% por liquidación”, parece ser que cerrará en breve. Comentándolo con un amigo me vino el recuerdo, mi colega me pasó una foto del balón Questra y la nostalgia hizo el resto.

 No se que habrá sido de mis compañeros de clase y de aquella chica futbolera, perdí el contacto un par de años después de cambiarme de colegio –años durante los cuales, siempre que nos veíamos nos prometíamos que seríamos amigos para siempre-, solo conservo una vieja foto de todos nosotros en el patio del colegio, sonrientes y todavía infantes.

 El balón en cuestión : 


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